viernes, 13 de septiembre de 2013

Retomar la senda del derecho.

Retomar la senda del derecho.

Las elecciones municipales de Abril de 1931 supusieron la victoria en las grandes ciudades de los candidatos de la coalición republicana-socialista y ello llevó al desencadenamiento de unos sucesos "alegales" como el abandono de España por parte del Rey, la proclamación de la II República en forma precipitada y la posterior ruptura absoluta del orden cívico que, en julio de 1936, protagonizara un grupo de generales influidos por los regímenes totalitarios entonces triunfantes en Europa. 

Un paréntesis de arbitrariedad franquista y de perdida de la dignidad de ciudadano por parte de los españoles, un lapso de casi 40 años de dictadura que no se pudo quitar de encima nuestro pueblo, entre otras cosas porque la "guerra fría" hizo que el "anti-comunismo" (en realidad, anti.democracia) del franquismo fuera para "Occidente" algo más deseable que una vuelta a la legalidad democrática rota en 1936-39.

La llamada "transición" de 1975-1978 (o 1982, que es donde acaso habría que poner el fin de ese período) trataba de mantener un orden social "aceptable" por los vencedores de aquel conflicto mientras se daba entrada a algunas de las fuerzas políticas normalizadas en nuestro entorno y que resultaron derrotadas y perseguidas con saña por el franquismo. Los debates reforma-ruptura de esos momentos y las maniobras políticas (no todas aún hoy conocidas) llevaron a urdir un sistema que, por su propia génesis y desarrollo, tenía los días tan contados como sus protagonistas.

El sistema de partidos de la transición nunca tuvo como objeto la recuperación íntegra de la soberanía de los ciudadanos que se perdiera en 1936, sino el mantenimiento de estos en un sistema ideológicamente confuso (monarquía, incluso machista, como negación radical y simbólica en si misma de la IGUALDAD) y con una serie de tutelas y salvaguardas que impidieron una efectiva ruptura con un pasado inasumible excepto para condenarlo.

La quiebra de ese sistema de partidos está llegando a su fin, casi de forma biológica como ocurriera con el franquismo, y la situación actual de descrédito de una clase política que ha sustituido sus principios por otros valores es evidente.

No va más. Hay que retomar la senda de la legitimidad democrática perdida. La III República ha de ser, de una manera mejor o peor traída, la continuación de la historia democrática de la gran nación que es España, pese a la medianía de sus dirigentes a lo largo de una historia convulsa.

Que tengamos suerte en este proceso, que ya es imparable aunque no seamos todos conscientes de ello.

Andrés Holgado Maestre. Mérida y Octubre de 2013
http://extremenian.blogspot.com

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