jueves, 10 de mayo de 2012

Piedras salinas de Isla Cristina...


Una crítica musical imposible.

 (Coral Polifónica Padre José Mirabent, de Isla Cristina. Actuación en Mérida el 28 de abril de 2012)

Digo que es imposible hacer una crítica musical por dos razones: La primera es porque, aunque yo ame la música hasta el fondo de mi corazón y la practique todo lo que puedo, no tengo conocimientos suficientes para ejercer la crítica músical y esto debe ir por delante. La segunda razón es que me gustó tanto y tanto esa actuación que probablemente haya quedado negado para cualquier objetividad, como se verá. Pero algo he de escribir, porque me lo debo a mí y a mis nuevos amigos.

Nos visitó en Mérida la Coral de Isla Cristina, en Huelva, y nos ofreció un concierto con una calidad musical y humana increíble, que solamente puede encontrarse en coros profesionales, y aún los superarían pues tienen sobre cualquier otro el profundo sentido musical de la antigua tierra de la que provienen y de la que acaso provengamos buena parte de los extremeños... (Cada vez aparecen más vestigios de la antigua Tartesos en mi tierra, y algo tendrá que ver con nuestros orígenes, pero esto será objeto de otros escritos...) 
 
El repertorio que nos regaló la Coral fue un ramillete de bellezas, desde Haendel o Albinoni hasta Serrat o las Chordettes, pasando por Rossini, Caccini o Lennon, con un “Te he de querer mientras viva” de nuestro Quiroga, que hizo llorar a muchos de los presentes. La forman más de sesenta personas, con varios solistas, mayoritariamente jóvenes (lo que también muestra la pujanza de su zona de residencia) y nos dieron una lección (al menos así lo entendí yo) a nuestra Coral, decana de las extremeñas, que ojalá nos influya para ayudarnos en el proceso de renovación en curso. 
 
Ese “Te he de querer mientras viva” final nos hizo revivir a Marifé de Triana, contando con un arreglo coral de un dramatismo inusual. Lo mejor que se me ocurre decir para terminar es que mientras viva he de querer esta música, como lo hacen estas personas que nos dieron un paseo por la belleza. Gracias a sus Directores y arreglistas, D. José Alfonso Jara Biedma y D. Aurelio Jara Rodríguez, y gracias en el alma a todos esos amigos que nos devolvieron la visita que hicimos a su ciudad hace unos meses. Viva Isla Cristina, y viva su bonita gente.

(Una nota crítica: Un espectáculo como este hubiera requerido una mayor difusión y que se le hubiera dado el trato deferente que merecía un grupo tan numeroso y de tanta calidad – acaso la Capilla del Parador, excelente en su acústica, resultara algo pequeña – atención que no tuvieron por parte del Ayuntamiento y de los organismos culturales que radican en nuestra ciudad. No debe repetirse esa falta de presencia adecuada y nuestra Coral también tendrá que cuidar eso. La próxima vez que vengan estos amigos, ojalá pudieran cantar en el Teatro Romano. Se lo han ganado.)
Mayo, 2012

Piedras fractales


Un fractal me regala Victoria, y en mi vida me he visto en tal aprieto...


Esta belleza matemática casi Escheriana y algo Bachiana para mi gusto, por el ritornello que yo vislumbro, y que me han regalado, la quiero convertir en un homenaje a muchas personas que me han hecho soñar en este universo virtual que se hace más grande cada segundo, imitando al Universo real. Y digo que es Bachiana por esa especie de bucle que adivino y porque oyendo el quinto concierto de Brandemburgo mientras se deja uno llevar por estos hilos sin fin, se experimenta un placer estético impagable. Al menos para mí.
En el diseño se encuentra una visión Victoriosa (1)que abre ventanas al mundo de la perfección conceptual que sólo la matemática permite. Sólo los números y los números solos pueden dar cuenta de tanta belleza como el universo alcanza.
En el grabado se funde una personalidad que agoniza entre dos pastores: Francisco Elchico, entre las gredas de su Risco y sus cabras indómitas, y Chacho-Chacho, (también repetitivo el tío, como como las pulsaciones de un corazón sin freno) el pastor Masai que tiñe de gris oscurísimo hasta sus cebras...
Muchos otros personajes veo yo ahí... La Espada afilada, la rosa púrpura de Zafra, la Titania desprendida de sus cielos, las reinas de Las Vegas que no juegan al azar, las ninfas temblorosas que una vez vivieron en Proserpina, las dehesas mágicas de la Serena, las sabanas, con una tilde escondida, dentro de un romance sefardí...
Y 2300 coralistas en un cerro con 2300 años de historia, y extremeñas que nacen donde quieren y españoles que quieren escaparse de estas tierras y sueñan con América en cada pueblo. Y unos hijos en diáspora centrada, con Extremadura en su propio centro.
Extremadura en el alma, la naturaleza en el corazón, el número y el orden en el cerebro. Sueños de Libertades siempre esquivas o gacelas que luchan por su vida. Y la diosa Ataecina sobre todos esos sueños, encadenada en un laberinto sin tiempo.
Y todo en marcha... hacia un futuro de progresión sin límites, porque el infinito existe. En una vorágine de escape organizada en un caos aparente pero cuerdo... en cuerdas que se extienden por el espacio, en un océano de infinitas palabras.
Gracias a todos los que sin querer me ayudáis a forjar mis sueños. A mi maestro en los números, Robert, sin el que nunca hubiera entendido su belleza. Gracias, Victoria, por plasmar todos los sueños en esta joya.
Vale.

1Victoria Postigo es la artista creadora del milagro.