lunes, 29 de julio de 2013

Curvas imposibles

 
Este video que se publicó en La Vanguardia horas después de la catástrofe de Santiago muestra las imágenes tomadas desde un convoy similar al que descarriló. No las colgué el mismo día porque me daba escalofríos solo el verlas, y pensé que lo mismo pudiera ocurrirle a algún afectado directamente.
Revisé también el trazado de esa vía, desde donde se inicia este video hasta la propia estación y de ahí deduje lo que a mi juicio resulta irracional en este tema: Una estación de un tren de alta velocidad no puede estar encajonada en un lugar de difícil acceso ni someter a esas toneladas a fuerzas inerciales tan peligrosas.
Ahora, los técnicos y los jueces tendrán que decidir, pero ojalá que la sociedad entera aprendamos algo con este horrible accidente.

viernes, 26 de julio de 2013

La burbuja del AVE

Otra burbuja de España...

Hay una burbuja en España de la que se habla menos que de la “burbuja inmobiliaria”, que también tiene que ver con la construcción, pero a niveles más sofisticados y opacos, que pudiera haber estallado ayer. Esa burbuja se llama AVE. Ya he mencionado otras veces que, desde mi punto de vista, la historia del AVE en España es la propia historia de la corrupción y de muchos despropósitos desde que se iniciara la transición y se “consolidara” nuestro sistema con la entrada en la UE. El proyecto “AVE” ha sido como un pozo negro donde se han enterrado miles de millones de euros que han beneficiado principalmente a los constructores de los equipos (empresas alemanas y francesas, sobre todo) y a un sinnúmero de políticos y contratistas nacionales, de alto copete, que se han embolsado cantidades millonarias en contratas y otras comisiones, a lo largo de la cadena de despropósitos del megaproyecto que hubiera debido ser el AVE, y más allá, la red ferroviaria del futuro que España sigue necesitando, ya que la existente nunca cubrió las necesidades del país.

De hecho, en el AVE (vale decir en ADIF o en RENFE) no hay una sola línea que responda a un plan coherente de desarrollo de infraestructuras de interés nacional, por la sencilla razón de que no hay un modelo de España aceptado por todos,  sino una multitud de proyectos clientelares que no tienen en la mayor parte de los casos ni pies ni cabeza. Cada Presidente ha llevado el AVE a su pueblo y el último es Rajoy...

Empezando por el Madrid-Sevilla (sin otras conexiones con Europa, que treinta años después aún no se completan) hasta locuras como hacerlo pasar por DEBAJO de la Sagrada Familia, en Barcelona, o el negarse a última hora y con trampas en el Congreso, a hacer un eje estratégico europeo (el Eje 16) vertebrador de varias regiones portuguesas, españolas y francesas con déficit notables, para proponer en cambio una línea sobre un territorio, la costa mediterránea española, ya esquilmado por la especulación y mucho mas inestable desde muchos puntos de vista.
No se pueden olvidar los diseños de accesos a ciudades tan absolutamente demenciales como el previsto (que nunca se hará, por otras razones) en Mérida, con un ramal carísimo para traer la estación a la Plaza de España (Todo el trazado del AVE-Zeta en Extremadura es una locura política que no se sostiene por ningún criterio: Unir Lisboa y Madrid, en alta velocidad, no puede convertirse en una pseudo-red de cercanías extremeña, que SI debiera hacerse, en cambio, pero con otras prestaciones).

Todo ello ha convertido el AVE en una rebatiña política en la que se le ha vendido a la población un señuelo de modernidad que no necesitaba en modo alguno. El horrible accidente de Santiago de Compostela, la ciudad natal de Rajoy y de “interés electoral estratégico” para los dos partidos “de gobierno”, en un tramo inaugurado hace dos años, y cuyo trazado me temo que se corresponde con criterios similares a los manejados en Mérida (No es de recibo meter dos curvas cerradísimas para poder llevar el AVE - o similar, ya se saben los juegos semánticos al respecto - al centro de una ciudad complicada) pudiera ser el fin de una burbuja. La peor burbuja que haya tenido España en estos años.

El AVE y todo lo que le rodea está en la base de la degradación del sistema político español y del hecho de que ese sistema se haya puesto a disposición de los intereses de las grandes corporaciones industriales y financieras que lo controlan. La democracia es la que ha perdido y el pueblo español tiene que llorar las decisiones inapropiadas de sus dirigentes, que se han movido por sus intereses particulares y no por el bien general.
Un problema de Estado es la red ferroviaria, pero en España es al revés: la red ferroviaria ha puesto de manifiesto que nuestro problema es el Estado. Hay que cambiar a los responsables de tanto desmán.

Andrés Holgado Maestre, en Mérida, a 26 de Julio de 2013.

jueves, 25 de julio de 2013

Sería injusto, ¿verdad?... Pues lo será.



Seguro que sería injusto... Pues lo será:


Seguro que sería injusto culpar al conductor de ese tren por ir a una velocidad claramente excesiva en un tramo de curva cerrada después de un túnel tras una recta de kilómetros que permite la máxima velocidad. La disposición de los vagones tras el descarrilamiento demuestra sobradamente esa inercia brutal que solamente puede provenir de no haber reducido esa velocidad lo suficiente. Pero no sería justo culpar al conductor, presionado por evitar un retraso que ocasionaría gastos a la empresa... Una empresa pública, por cierto.

Seguro que sería injusto culpar a los ingenieros responsables de la señalización y de los sistemas de frenado de esas potentes máquinas, que deben desarrollar las máximas velocidades, acercándose a los límites de la seguridad tanto como las tecnologías permitan. La seguridad cien por cien no existe y además es demasiado cara... 99,5 ya está bien. No sería justo culpar a esos ingenieros porque esa es la norma en cualquier actividad, y no podemos despilfarrar medios de la empresa, pública por cierto.

Seguro que sería injusto culpar a los ingenieros que han hecho un trazado para unos trenes de alta velocidad con unas curvas radicalmente contrarias a ese principio, curvas que se explican porque ya están en la zona de acercamiento al centro de una ciudad que por sus características orográficas nunca debiera tener una estación de ese tipo de trenes en ese sitio, porque seguro que ellos habrán dicho lo mismo pero habrán sido forzados a trazar esa vía por dónde no debiera existir. Han hecho lo que les han pedido otros responsables. Hay que rentabilizar políticamente las obras y eso conlleva ciertas concesiones. Ya pagará Europa Por tanto, no sería justo culpar a esos ingenieros, de unas empresas públicas, por cierto.
Fuente: Sin determinar; El Pais, 25-07-2013

Seguro que sería injusto culpar a los contratistas que hayan realizado las obras y las señalizaciones o sistemas de software. Han hecho lo que se les pedía en los respectivos proyectos e incluso han abonado religiosamente los diversos “royalties” que se les han pedido. Son empresas privadas, pero muy solventes y honradas, como todo el público sabe. No sería justo y además sería hasta contraproducente para el empleo...

Seguro que sería injusto culpar a los responsables de las dos empresas públicas, ADIF y RENFE, que no hacen otra cosa que “defender el interés general” tal y como les viene definido por los responsables del Ministerio competente y, más allá, del Gobierno al que pertenecen. No sería justo, y además desmotivaría a los buenos “gerentes” para entrar, de aquella manera, a servir al Estado.

Seguro que sería injusto, y hasta dudosamente democrático según se encargan de aclarar los fascistoides comentaristas al servicio del partido en el poder (sea el que sea, culpar al propio Gobierno, porque responde a la voluntad popular expresada en elecciones libres y es elegido y ratificado por un Congreso que es la única voz del pueblo. De modo que no sería justo culpar a estos probos ejecutivos que obedecen el mandato del pueblo, que se expresa en las posaderas de sus diputados.

Finalmente, seguro que sería injusto culpar al pueblo, que una vez tras otra vota de buena fe a unos u otros responsables políticos para que defiendan el interés general y administren los bienes públicos y las empresas que el Estado tiene para tales fines, y sin embargo eso es lo que ha hecho este Gobierno de forma sistemática (y el anterior de forma menos explícita pero no menos “eficiente”) al ponerse al servicio de unos poderes financieros a los que tienen que servir a costa de esquilmarnos y de reducir de forma insoportable los niveles de bienestar y de seguridad que deberíamos disfrutar a cambio de los impuestos que pagamos. Sería injusto, pero eso es lo que hacen: nos culpan y nos hacen pagar a nosotros los beneficios fraudulentos de esos especuladores. Es injusto. Parece que nos invitaran a culpar al maestro armero, como dice un refrán muy español. Pero me parece que no.

Me parece que vamos a empezar a ser injustos todos. Y que VAMOS a romper la baraja de este juego, porque estas cartas están marcadas y no hay forma de que nunca gane la justicia, que es lo que el pueblo demanda. No seremos justos con los injustos. No somos ya tan crédulos. Se acabó la diversión, amigos “responsables políticos”: Vais a responder de todos vuestros desmanes.

Mérida, 25 de Julio de 2013. 77 muertos después...

Esta es la entrada en la curva de la muerte. http://www.lavanguardia.com/sucesos/20130725/54378846294/asi-pasan-los-trenes-por-la-curva-de-la-tragedia-en-santiago.html

Se trata del tunel de Angrois, después de una recta larga que permite 250 km/h, que hay que reducir a ochenta inmediatamente después del túnel.

viernes, 5 de julio de 2013

Dialéctica de los poderes estatales y sociales.

 

Poderes sociales y poderes estatales: una dialéctica.

En un Estado moderno, como hoy lo es España, hay por lo menos tres poderes “tradicionales” según la teoría política, que se llaman Ejecutivo, Legislativo y Judicial (doscientos años tiene la cosa) además de otros poderes más difusos que están sometidos a normas no necesariamente legales, como estos tres poderes fundamentales. Estos otros poderes interaccionan con los definidos por Montesquieu y son la Prensa (en tanto que representa a la Opinión Pública) los Sindicatos, las Asociaciones profesionales y empresariales, el poder financiero o... los partidos políticos, propiamente dichos, que son otro de esos poderes difusos, que configuran los poderes fácticos que entrecruzan sus actividades con los poderes constitutivos del Estado.
(En el grabado aparece El Leviatán de Hobbes... Un Estado que es más fuerte que la sociedad que dirige y que los partidos que tratan de dirigirlo. Esa es la cuestión.)

Incluso cabe hablar de una fragmentación de los poderes ejecutivo y legislativo , en el caso español y en el de otros países con concepciones no centralistas del Estado, que se descompondrían en diversos niveles territoriales (autonomías, diputaciones, municipios, que tienen sus propios órganos de aplicación y generación de normas y de deliberación de las mismas en algunos casos) y funcionales (las diversas administraciones públicas que gestionan directamente los presupuestos del colectivo del que se trate, con diversos grados y niveles de decisión o gestión, o los Organismos autónomos o Agencias especializadas que gestionan, por delegación, sectores importantes de actividad económica o social, como por ejemplo, la sanidad). Todo ello produce una complejidad en el aparato del Estado que no es fácil de asimilar por parte de los propios ciudadanos, que no siempre perciben con claridad a quien han de dirigirse.


Otros poderes, en particular el judicial, procuran mantener una unidad de criterios e incluso organizativa que facilite el cumplimiento de su función constitucional y aplicar las leyes que se presumen y se defiende que han de ser iguales para todos, en derechos y en deberes, sea cual sea el lugar de la nación de la que hablemos donde resida el ciudadano. Tarea esta bien difícil, como cabe inferir de la compleja estructura normativa que nos hemos dado, según se mencionaba arriba, por parte de los niveles ejecutivo y legislativo que no cesan de generar “corpus” normativo que ha de ser aplicado por el poder judicial, y que no siempre genera leyes, normas o reglamentos que respeten el marco general del Estado.

En este panorama de aparente confusión, los “otros” poderes no formales mencionados pugnan por sacar el mejor partido posible, para sus intereses particulares, de este complejo entramado del Estado, que es el que, por definición, representa el interés general. Los partidos son los agentes principales (partidos que son ajenos y distintos al Estado como tal, pese a todos los intentos de confundir ambas esferas por parte, precisamente, de los partidos que, en un momento dado, sean mayoritarios en un ámbito territorial determinado) debido a su horizontalidad (están en todos los niveles de la administración y en todos los territorios) y a la “legitimidad” que les da la propia Constitución como “representantes de la voluntad popular”. No entraré ahora en otras cuestiones a las que la Constitución les obligaría, y que NO suelen cumplir. Pero conviene esta precisión: Estado lo es la Administración, no los partidos que en un momento dado la gestionen, en virtud de las leyes vigentes.

Los sindicatos y las asociaciones empresariales, herederas de un Estado anterior, el franquista, del que eran su columna vertebral (Organización sindical vertical) e ideológica (“nacional-sindicalismo” se llamaba el invento) tienen también una parte importante de responsabilidad, también plasmada en la Constitución del “consenso”, sobre la estructura económica y social resultante de aquella transición. 

 
La prensa, independiente, claro, trata de reflejar lo que pasa en esta sociedad, tratando de alimentar a sus lectores con información y alimentarse de ellos y de las fuentes de financiación e ingresos disponibles. La Constitución también consagra algunos de los principios de los que la prensa es producto y celadora, como la libertad de expresión, sin la cual no podríamos estar hablando de democracia siquiera.

El poder financiero, finalmente... puede bastante, aunque no esté en la Constitución (ha entrado por una puerta falsa llamada artículo 135) en la medida en que influye decisivamente en en las alternativas de gobierno y en su “viabilidad”, y por su papel de acreedores de casi todos los otros agentes presentes en esta inecuación de desequilibrios imposible entre unos y otros poderes, donde tan fácil resulta perderse.

 
Hay otro poder, poco mencionado, que es parte del Ejecutivo pero que tiene características y funciones específicas definidas también constitucionalmente, que por su naturaleza no está descentralizado y por tanto no ofrece dificultad alguna para que se entienda por todo el mundo su papel. Se trata del Ejercito. La dialéctica de este con otros poderes es particularmente delicada, y preferiblemente no debe tener mas que un sentido. No es el tema de hoy.

Y por último, last but not least, en esta dialéctica complicada que he tratado de desbrozar, hay que decir que el poder judicial, es el otro poder con potencial de ser realmente autónomo y que debe ser independiente frente a las presiones de cualquiera de los otros. Son la garantía frente a la arbitrariedad que siempre acecha, y este quiere ser mi homenaje a las y los jueces que saben cumplir su función, el que se cumplan las leyes, en esta sociedad. Gracias a todos ellos porque pueden aportar, y lo están haciendo, algo de claridad entre tanta confusión. El Estado y la sociedad ganan cuando esto ocurre.

Andrés Holgado Maestre. En Mérida (España) y Julio, 2013.
http://extremenian.blogspot.com

martes, 2 de julio de 2013

¿No hay nadie más por ahí?

Dehesa extremeña (Foto: Kiko Esperilla)
Ayer leí unas opiniones muy fundadas y a mi juicio incompletas, que me han hecho recordar otra historia, esta más claramente un chiste, que era más o menos así: Un pobre hombre, paseando al borde de uno de esos acantilados que pueden encontrarse en los Arribes del Duero o en Monfragüe, por no ir más lejos y por referirme a territorios hermosos pero dejados de la mano del hombre, resbaló y cayó por el enorme precipicio. Con gran fortuna para él, un tronco pequeño de un alcornoque naciente le frenó y pudo agarrarse a una de las ramas, colgando en el vacío...A treinta metros de la ladera de la que resbaló y a trescientos del río que serpenteaba debajo...

"¡Socorro! ¿Hay alguien ahí?" comenzó a gritar, esperando que sus voz llegara a alguna parte donde pudiera encontrar ayuda en una situación tan desesperada. No había donde apoyar el pie y las fuerzas se le iban agotando, gritando tan alto como podía, mientras sus manos ya sangrando se aferraban a la recia rama... De repente, cuando ya parecía todo perdido...
El cielo se abrió y una majestuosa voz le dijo: "Tranquilo, Eustaquio... (¡hasta su nombre sabía, el dueño de tal voz!) tu fe te ha salvado y podrás salir con bien de este tropiezo". "¿Que he de hacer?", preguntó Eustaquio. "No veo a nadie que pueda ayudarme..."
La voz aumentó si cabe su volumen y le dijo:
"Suelta esa rama, que se va a romper pronto con tu peso, y déjate caer. Antes de llegar abajo, tres potencias, dos arcángeles, una docena de ángeles y legiones de querubines te tomarán entre sus manos, y cual mullido colchón de plumas te devolverán al punto donde tan mal paso dieras, para poder tu continuar tu camino, porque tu hora aún no ha llegado".

"Y... "No hay nadie más por ahí?" dijo Eustaquio, sumido en la peor de las incredulidades...

Ayer leí unas opiniones muy fundadas, decía, de un líder español que da un paso al frente y trata de dar un diagnóstico y hasta casi proponer soluciones o vías de salida para una situación tan desesperada como la del Eustaquio de este cuento. Pero mi incredulidad se parece mucho a la de este hombre colgado de la rama, que ya ha visto donde llevan las promesas vacías. Ese líder omite algunos detalles importantes (Telefónicas, Leyes del suelo, Tesoreros y Vicepresidentes poco presentables...) que hacen poco creíble sus análisis y sus "soluciones"... Yo me pregunto entonces, como Eustaquio, que si no hay nadie más por los alrededores:
¿Hay algún responsable político español legitimado y con liderazgo moral suficiente para encabezar la necesaria regeneración que está exigiendo nuestra crítica situación? ¿Hay alguno no contaminado por la cesión de soberanía que se ha hecho al transformar nuestra Constitución en un contrato hipotecario lleno de trampas sin salida?

¿No hay nadie más por ahí?.

La rama en el precipicio ya no aguanta nuestro peso, y yo me quiero volver a la dehesa.

Andrés Holgado Maestre
http://extremenian.blogspot.com