miércoles, 16 de julio de 2014

De Dios; que existe.


De Dios; que existe.

Siempre me llamó la atención que Descartes, el que estableciera el principio de la duda metódica se rindiera tan pronto en este peliagudo asunto... En la cuarta parte de su Discurso dice:
“et que par conséquent il est pour le moins aussi certain que Dieu, qui est cet être si parfait, est ou existe, qu’aucune démonstration de géométrie le sauroit être.”... Si podemos pensar en la perfección, es que esta existe y además se llama Dios. Pues nada, a mandar... 
 
Esa misma perplejidad en la construcción lógica del pensamiento me ha invadido esta mañana leyendo a uno de los maestros del pensamiento sociológico a quien admiro por lo demás. Se trata de D. Emilio Lamo de Espinosa, que hoy diserta sobre la monarquía en El País y su legitimidad. (1). Y ese es un tema que me fascina... Comienza hablando de las creencias históricas irracionales, la santidad de las tradiciones y otras consideraciones que NO servirían hoy para legitimarla. De acuerdo en todo. Afirma, siguiendo a Weber del que Lamo sabe lo que no está en los escritos, que “hoy es imposible la legitimidad tradicional” y sería “intransferible una legitimidad carismática”. También de acuerdo, aunque no comparto demasiado el carácter carismático aplicado a Juan Carlos I, como luego veremos...

Basa la legitimidad en una votación de la monarquía en 1978. Esto no lo comparto, pues se votó una monarquía, subsumida en un paquete constitucional inseparable y que mejoraba notablemente las condiciones anteriores, bajo unas condiciones de presión inaceptables en una perspectiva democrática, condiciones que se impusieron al proceso iniciado con la muerte de Franco y en el proceso de transición 1975-1977. Ahí hay muchas sombras que no permiten tanta rotundidad. Y ello por no hablar (Lamo no lo hace) del “golpe” del 81.


Sorprendentemente en un filósofo, sigue “justificando” la bondad de las monarquías desde un punto de vista del bienestar social u otros índices, poniendo a las monarquías escandinavas como ejemplo. Como si la cultura de esas naciones no tuviera nada que ver y la “monarquía” fuera la causante de su ética. Ni que hubiera olvidado a Weber, en este punto: Le deben más  a Lutero que a sus reyes esos pueblos. Frente a las cinco monarquías (incluye a Japón, también) se le olvida mencionar las decenas de monarquías absolutamente impresentables que hay en el mundo. Igual que repúblicas, que como bien menciona en sus cuentas, hay decenas que no cumplen los mínimos exigibles desde una perspectiva democrática. Añado que eso es tanto más cierto cuanto que sus poblaciones nunca han salido de la condición de súbditos, porque alguna monarquía autóctona o imperialista así lo hiciera. No me valen esas cuentas, D. Emilio.
Y ahora viene la guinda. Si hablamos de España, cuál sería la alternativa, se pregunta y se contesta ¿La república? Dice sin ambages que es “lo más racional” pero (De Dios, que existe...) los españoles ya lo hemos intentado DOS VECES (ignora el número de monarquías FALLIDAS que hemos tenido antes) y ambas ilusionadas repúblicas desembocaron en guerras (¿Causadas por las Repúblicas, D, Emilio? Esa es la pregunta que debiera hacerse) e incluso afirmando que salimos de una larguísima Dictadura GRACIAS a la monarquía... El colmo.

La monarquía de Alfonso XIII aguantó GRACIAS a una Dictadura y una segunda Dictadura fue la que IMPUSO una vuelta a la monarquía extinta. Fue la lucha política de unos cuantos españoles con conciencia suficiente de ciudadanía la que llevo a los equilibrios de la “transición” sin guerra...

La Tercera República española (que no es continuación de la II, en mi perspectiva del "problema") será igualitaria, solidaria y por tanto unitaria, y laica, con una población, la española, que no arrastra ningún estigma sino que puede constituirse perfectamente y de una vez por todas en ciudadanía consciente y dueña de su destino. La III República, que existe (hasta bandera le hemos puesto)  porque la pensamos muchos, no tiene porque fracasar. Lo que ha fracasado, otra vez, en España, ha sido otra monarquía incapaz de evitar la corrupción instalada y sobrevenida en un sistema de dominación que no es ni tradicional ni carismático, sino simplemente opaco e indecente.

Si la República es “lo racional”, maestro, acabará siendo real. Solo nos faltan los republicanos, y desde luego me hubiera encantado que se encontrara Vd. entre ellos. Sigamos dudando, que es mejor.
Viva la III República.

(1) http://elpais.com/elpais/2014/07/14/opinion/1405358062_448651.html