miércoles, 17 de noviembre de 2010

Catedrales industriales; A bit of ham, please.

20 Nov 2009

Catedrales industriales: A bit of ham. please!

A bit of ham, please!
La semana pasada se celebró en la capital de Extremadura, Mérida, un Foro sobre Grandes Tendencias Internacionales (que tuvo un seguimiento descriptible por parte de los medios de comunicación locales que, dicho sea de paso, demuestran así su gran preocupación por el futuro de la Comunidad) y que reunió a un grupo de expertos de altísimo nivel mundial en distintos campos de la prospectiva, junto con un público formado por estudiosos y estudiantes de las materias tratadas hasta componer una audiencia de unas doscientas personas. Este Foro y su realización en Mérida fueron posibles gracias a la UNED, la Fundación Sistema y la Consejería de Economía de la Junta de Extremadura, coordinando el Foro D. José Félix Tezanos, en quién se puede personalizar el agradecimiento por traer a Extremadura acontecimientos académico-culturales de esta importancia.
Al hilo del propio Foro, donde se trataba de predecir el futuro de los próximos quince o veinte años y cuando muchos autores hacen “profecías” muy aparentes sobre “cómo la economía industrial se convierte en economía cognoscitiva” o en economía del conocimiento o en ciber-economía u otros términos similares que, en pocas palabras, tratan de explicar como se cambia el “ladrillo” por el “bit”, como si ambas realidades – la material del ladrillo y la virtual del bit – fueran intercambiables o, más allá, sustituibles; oyendo estas cosas se me vinieron a la cabeza algunas imágenes del pasado reciente.
¿Quién hubiera podido predecir hace 25 años cual sería el paisaje del sitio en el que nos encontrábamos? ¿Cómo podemos vislumbrar lo que habrá en otros 25 años?
Voy a hacer una aparente digresión personal que espero se me perdone. Yo de ladrillos (tan de moda...) no entiendo nada pero de jamones algo y, al hilo de las discusiones del Foro, recordaba que hace 25 años yo trabajaba vendiendo jamones que se producían a un tiro de piedra del Palacio de Congresos de Mérida, inexistente entonces, donde este Foro se celebraba. Trabajaba yo en una industria local de importancia nacional (y más allá) que vendía, entre otras cosas, jamones. Por aquel entonces me licencié en Sociología (en su especialidad Industrial, para más señas) y antes que Toffler o Bell lo teorizaran, dejé de vender jamones y esa empresa para dedicarme, durante los siguientes veinte años, a instalar sistemas de modelización matemática de productos, entre otros los dichosos jamones, que nunca me han abandonado, para mi suerte.
Es decir, me subí al tren de las nuevas tecnologías y me hice “experto” en ellas y, por tanto, en los bits que son los soportes del conocimiento experto. Veinte años instalando por todo el mundo esos sistemas, en parte con lo que aprendí en aquella “obsoleta” industria. No está mal.
Aquella industria (matadero incluido) que estaba en ese lugar ya no existe más y hace pocos meses se derribo la cúpula principal (el frigorífico) que coronaba aquel mini-imperio industrial. Queda algún pequeño y entrañable edificio en pié que ahora tendrá un uso también acorde con los tiempos.
En los terrenos que ocupaba, o muy cerca, se han creado otras estructuras (el Palacio citado, la Biblioteca, el IFEME...) que son emblemas de la nueva Extremadura y de la nueva Sociedad de la Información, de la nueva economía del “bit”.
Acabemos la digresión o, mejor, abramos otra: “Bit” en inglés significa “trocito” y también es un acróstico de “Binary unIT” que es de donde viene su uso en electrónica e informática. Y aquí está la paradoja que quiero resaltar: Acaso la cantidad de dinero (sea el dinero lo que sea, puesto que a lo mejor sólo es un montón de bits circulando por los ordenadores de los bancos, como creyeron los de la burbuja financiera...) que mueven todas las instituciones que se encuentran en o alrededor de los terrenos de aquel antiguo (1940) matadero sea muy superior a las cifras de ventas de aquella empresa. Casi seguro que es así, y más desde que Euro está en danza, pero el problema no es la cantidad de “bienes” (físicos o culturales) producidos sino la calidad de los mismos. Y esta no es comparable:
Mis modelos matemáticos de jamón son más baratos, eficientes, controlables, seguros, manejables, limpios, predecibles, abstractos, lógicos, y racionales. Son jamones ideales; son , en ingles “a ham made of bits”.
Pero también son absolutamente irreales frente a los jamones de verdad, que requieren trabajo de verdad y que saben, sobre todo, a verdad. “A bit of ham” es infinitamente más sabroso y nutritivo que un “ham of bits”, que no sabe a nada. Cada vez que he intentado comerme un bocadillo de bits, pese a Toffler, Bell y todos los gurús del futuro, pese a que yo mismo haya vivido de esa ola, nunca me ha sabido a nada ni me ha alimentado.
Concluyo: lo virtual no está mal, pero alguna fabrica real más en Mérida dentro de veinte años tampoco sobraría. ¡Un trocito de jamón, por favor!!
Andrés Holgado Maestre, sociólogo. En Mérida, a 14 de noviembre de 2009.

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