martes, 31 de diciembre de 2013

De solsticio en solsticio; Otro año perdido.



   Hoy, que acabamos de pasar el solsticio de invierno y entraremos en otro año en pocas horas, me he ido al solsticio de verano, en el Teatro Romano de Mérida, donde viví con profunda emoción las actuaciones y presentaciones por parte de las autoridades competentes y las empresas y países que conforman una “Alianza del Pacífico”, que se presentó en Mérida y que hoy forman México, Colombia, Perú y Chile y esperemos que pronto crezca con aquellos otros países que se asoman, desde América, al océano que Vasco Nuñez de Balboa divisara por primera vez hace 500 años.
   Hubo muchos momentos en los que las lágrimas resbalaban por mis mejillas, recordando tantas y tantas ocasiones como he tenido la fortuna de vivir, en esos países, defendiendo a veces a mi tierra de tanta desinformación y tanto tópico malintencionado con el que la cubren, muchas veces confundiendo a Extremadura con España y su imperio, lo cuál no deja de ser tan injusto como atribuir a las todas las naciones nahuatl la violencia incardinada en las prácticas de los aztecas...
   Fueron 50.000, al menos y sólo en los primeros años del Siglo XVI, los extremeños, hombres y mujeres, que salieron de estas tierras yermas para labrarse un futuro que aquí no tenían. No fue “España” la que llevó su lengua y su cultura a América; Fue Extremadura y hasta el Rodeo texano tiene aquí su origen aunque ya lo hayan olvidado ellos,,, y nosotros.
   ¿Cuántos reyes de España visitaron siquiera aquel “su” imperio? Ninguno. ¿Cuántos Grandes de España se molestaron en “abandonar” sus feudos en España para atender los que poco menos que le llovían por la fidelidad de sus lacayos? ¿Cuántos de los que luego se lucraron en sus fábricas de licores con los ingenios azucareros de Cuba o Puerto Rico (o Filipinas, o …) se atrevieron siquiera a viajar a aquellas tierras de peligros de todo tipo, en los primeros cien años? Mayoritariamente, los extremeños.
   América no es un “resultado” de España, que se tropezó con ella y nunca supo organizarla ni dirigirla en una forma adecuada, como nunca consiguió siquiera lograr esos objetivos en la PROPIA España, que todavía hoy arrastra la escasa capacidad de sus clases dirigentes (entonces monarquía y nobleza y luego diversas burguesías sin espíritu nacional siquiera) para organizar la nación y ponerla a la altura de la calidad de nuestro propio pueblo. Esa es la verdad, pese a quien pese. Y todavía tendremos que sufrir todos nosotros esa carencia de visión nacional, motivada en la codicia innata que lleva a esas burguesías a intentar llevarse para sus alforjas lo que a toda una nación pertenece. Comparar a los burgueses españoles con los alemanes o los franceses, por ejemplo, da grima, y la propia fragmentación de la América hispana es el resultado, acaso, de esas mismas pulsiones centrífugas que nacen de un individualismo atroz. Pero volvamos a la Gala del Pacífico, de la noche del 29 de Junio de 2013, en el Teatro Romano de Mérida.
   Lloré en varios momentos, de una forma leve pero imparable y uno de esos momentos fue cuando el Excmo. Sr. Embajador de Colombia, que hogaño es el Presidente pro-tempore de la Alianza, con ese verbo florido y perfecto que se conserva en TODOS esos países de una manera que ya quisiéramos aquí, se refirió, en una linda metáfora, a “las indefensas bellotas de los encinos” condenadas a ser pasto de los cochinos en nuestra dehesa para conseguir “el mejor jamón del mundo”... Y lloré. Y cualquiera puede decirme que porque me hace llorar una cosa tan “obvia” y materialista... Debe ser que tengo lágrima fácil por culpa de la edad, dirán estos “amigos” del alma que te recuerdan de vez en cuando tus flaquezas. O a lo mejor no. A lo mejor lloraba por que recordaba yo otra ocasión en la que lloré y tenía muchos menos años que ahora. Dieciocho años menos.
El sol extremeño se pone en América...
   Hace dieciocho años que conseguí que entraran legalmente en Estados Unidos varios jamones ibéricos de la denominación de Origen “Dehesa de Extremadura” en la que, hasta dónde yo conozco, fue la PRIMERA VEZ que entraron jamones extremeños (e incluso, ibéricos, es decir, españoles de cualquier procedencia), legalmente, en los Estados Unidos, que fueron recogidos por mi, acompañado por un Inspector del USDA, que asistió a la gala en la que se consumieron y en la que procedió a recoger los restos (ya escasos, desde luego) para proceder a su cremación reglamentaria.
   Fue un hito que se logró, dentro de una acción en la que participaron una treintena de personas extremeñas, desde la Administración regional hasta diversas D. de O., en la que pudimos presentar prácticamente toda la producción agro-alimentaria, (especialmente, pero no sólo) de la Extremadura de 1996. Todo ello tuvo lugar en Texas (Extremadura-Texas 96) se denominó, y en otro momento me extenderé en los detalles de presencias, ausencias, y resultados, que dan no ya para un artículo o comentario en un blog, sino para un libro, en el que solamente tendré que poner ciertas conjunciones, pues los materiales, todos, los conservo.
   Ese recuerdo de personas muy importantes en una cena de Gala (Qué bien se hacen las Galas en América, ¿verdad, Srs, Embajadores?) que concluyó con la lectura de un discurso “ad hoc” que yo escribí y que leyó el Consejero designado titular de la Misión Extremadura-Texas 96, con mucho porte y casi tanto estilo como el que demostró anoche el Sr. Embajador de Colombia en Mérida, fue cerrada con un brindis que pidió el Director del Museo más importante de la Ciudad de San Antonio, quien gritó un “Viva Extremadura” en perfecto español, que todavía resuena en mis oídos y en mi corazón.
   Aquel señor, Director de una entidad cultural muy importante, al igual que hiciera anoche el Sr. Embajador, habían trocado sus papeles para convertirse ellos mismos en Embajadores de Extremadura honoríficos, que es lo que yo los nombraría inmediatamente si en mi mano estuviera. Aquella noche, hace ya dieciocho largos años, yo era el indigno maestro de ceremonias de aquella cena, y apenas pude seguir con la tarea, y hube de esconderme entre unas flores, porque mi garganta se añurgaba...
   He querido usar un verbo bien extremeño, añurgarse, en la confianza de que los Excmos. Srs. Embajadores ayer presentes en el Teatro Romano de Mérida, estoy casi seguro que entenderán. Los presentadores de la gala de anoche hicieron algunos comentarios, dizque jocosos, sobre ciertas expresiones coloquiales americanas, sin añurgarse en momento alguno. Lo que hace la profesionalidad. Del discurso que leyera nuestro Presidente, dejaré el comentario para mejor ocasión.
   Yo sé, en mi fuero interno y aunque nadie de aquella treintena de extremeños que (cual el grupo que acompañara a Vasco, descubrieron Texas conmigo) vaya a venir a corroborarlo, que algo tengo yo que ver en que la presencia de Extremadura en América sea un poquito menos mortecina de lo que estará condenada a ser (y no sólo por aquella cena, sino por la cantidad de trabajos que he realizado en tres de los cinco países presentes ayer en Mérida) si no se aprovechan, por las razones que sean (que muchas conozco yo, y he sufrido...) las ocasiones tan gloriosas como la que estoy recordando y la de anoche, que agradezco a quien corresponda el habernos permitido gozarla.
   De los contenidos musicales de la Gala, extraordinarios, hablaremos en otro momento. Ahora toca llamar a rebato para que no se caiga en la misma desidia en que cayó aquella ocasión, en la que me fue imposible de todo punto vencer la estulticia de algunos responsables de entonces, pese a que aposté todo por mi tierra (de la que apenas sabía nada tras salir con siete años de la misma) y volverme a ella para “perseguir” inútilmente a unos responsables que de tales solamente tenían el nombre. De ahí las lágrimas de anoche hace seis meses...

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