Hoy, que acabamos de pasar el solsticio de invierno y entraremos en otro
año en pocas horas, me he ido al solsticio de verano, en el Teatro
Romano de Mérida, donde viví con profunda emoción las actuaciones
y presentaciones por parte de las autoridades competentes y las
empresas y países que conforman una “Alianza del Pacífico”, que
se presentó en Mérida y que hoy forman México, Colombia, Perú y
Chile y esperemos que pronto crezca con aquellos otros países que se
asoman, desde América, al océano que Vasco Nuñez de Balboa
divisara por primera vez hace 500 años.
Hubo
muchos momentos en los que las lágrimas resbalaban por mis mejillas,
recordando tantas y tantas ocasiones como he tenido la fortuna de
vivir, en esos países, defendiendo a veces a mi tierra de tanta
desinformación y tanto tópico malintencionado con el que la cubren,
muchas veces confundiendo a Extremadura con España y su imperio, lo
cuál no deja de ser tan injusto como atribuir a las todas las
naciones nahuatl la violencia incardinada en las prácticas de los
aztecas...
Fueron
50.000, al menos y sólo en los primeros años del Siglo XVI, los
extremeños, hombres y mujeres, que salieron de estas tierras yermas
para labrarse un futuro que aquí no tenían. No fue “España” la
que llevó su lengua y su cultura a América; Fue Extremadura y hasta
el Rodeo texano tiene aquí su origen aunque ya lo hayan olvidado
ellos,,, y nosotros.
¿Cuántos
reyes de España visitaron siquiera aquel “su” imperio? Ninguno.
¿Cuántos Grandes de España se molestaron en “abandonar” sus
feudos en España para atender los que poco menos que le llovían por
la fidelidad de sus lacayos? ¿Cuántos de los que luego se lucraron
en sus fábricas de licores con los ingenios azucareros de Cuba o
Puerto Rico (o Filipinas, o …) se atrevieron siquiera a viajar a
aquellas tierras de peligros de todo tipo, en los primeros cien años?
Mayoritariamente, los extremeños.
América
no es un “resultado” de España, que se tropezó con ella y nunca
supo organizarla ni dirigirla en una forma adecuada, como nunca
consiguió siquiera lograr esos objetivos en la PROPIA España, que
todavía hoy arrastra la escasa capacidad de sus clases dirigentes
(entonces monarquía y nobleza y luego diversas burguesías sin
espíritu nacional siquiera) para organizar la nación y ponerla a
la altura de la calidad de nuestro propio pueblo. Esa es la verdad,
pese a quien pese. Y todavía tendremos que sufrir todos nosotros
esa carencia de visión nacional, motivada en la codicia innata que
lleva a esas burguesías a intentar llevarse para sus alforjas lo que
a toda una nación pertenece. Comparar a los burgueses españoles con
los alemanes o los franceses, por ejemplo, da grima, y la propia
fragmentación de la América hispana es el resultado, acaso, de esas
mismas pulsiones centrífugas que nacen de un individualismo atroz.
Pero volvamos a la Gala del Pacífico, de la noche del 29 de Junio de
2013, en el Teatro Romano de Mérida.
Lloré
en varios momentos, de una forma leve pero imparable y uno de esos
momentos fue cuando el Excmo. Sr. Embajador de Colombia, que hogaño
es el Presidente pro-tempore de la Alianza, con ese verbo florido y
perfecto que se conserva en TODOS esos países de una manera que ya
quisiéramos aquí, se refirió, en una linda metáfora, a “las
indefensas bellotas de los encinos” condenadas a ser pasto de los
cochinos en nuestra dehesa para conseguir “el mejor jamón del
mundo”... Y lloré. Y cualquiera puede decirme que porque me hace
llorar una cosa tan “obvia” y materialista... Debe ser que tengo
lágrima fácil por culpa de la edad, dirán estos “amigos” del
alma que te recuerdan de vez en cuando tus flaquezas. O a lo mejor
no. A lo mejor lloraba por que recordaba yo otra ocasión en la que
lloré y tenía muchos menos años que ahora. Dieciocho años menos.
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El sol extremeño se pone en América... |
Hace
dieciocho años que conseguí que entraran legalmente en Estados
Unidos varios jamones ibéricos de la denominación de Origen “Dehesa
de Extremadura” en la que, hasta dónde yo conozco, fue la PRIMERA
VEZ que entraron jamones extremeños (e incluso, ibéricos, es decir,
españoles de cualquier procedencia), legalmente, en los Estados
Unidos, que fueron recogidos por mi, acompañado por un Inspector del
USDA, que asistió a la gala en la que se consumieron y en la que
procedió a recoger los restos (ya escasos, desde luego) para
proceder a su cremación reglamentaria.
Fue
un hito que se logró, dentro de una acción en la que participaron
una treintena de personas extremeñas, desde la Administración
regional hasta diversas D. de O., en la que pudimos presentar
prácticamente toda la producción agro-alimentaria, (especialmente,
pero no sólo) de la Extremadura de 1996. Todo ello tuvo lugar en
Texas (Extremadura-Texas 96) se denominó, y en otro momento me
extenderé en los detalles de presencias, ausencias, y resultados,
que dan no ya para un artículo o comentario en un blog, sino para un
libro, en el que solamente tendré que poner ciertas conjunciones,
pues los materiales, todos, los conservo.
Ese
recuerdo de personas muy importantes en una cena de Gala (Qué bien
se hacen las Galas en América, ¿verdad, Srs, Embajadores?) que
concluyó con la lectura de un discurso “ad hoc” que yo escribí
y que leyó el Consejero designado titular de la Misión
Extremadura-Texas 96, con mucho porte y casi tanto estilo como el que
demostró anoche el Sr. Embajador de Colombia en Mérida, fue cerrada
con un brindis que pidió el Director del Museo más importante de la
Ciudad de San Antonio, quien gritó un “Viva Extremadura” en
perfecto español, que todavía resuena en mis oídos y en mi
corazón.
Aquel
señor, Director de una entidad cultural muy importante, al igual que
hiciera anoche el Sr. Embajador, habían trocado sus papeles para
convertirse ellos mismos en Embajadores de Extremadura honoríficos,
que es lo que yo los nombraría inmediatamente si en mi mano
estuviera. Aquella noche, hace ya dieciocho largos años, yo era el
indigno maestro de ceremonias de aquella cena, y apenas pude seguir
con la tarea, y hube de esconderme entre unas flores, porque mi
garganta se añurgaba...
He
querido usar un verbo bien extremeño, añurgarse, en la confianza de
que los Excmos. Srs. Embajadores ayer presentes en el Teatro Romano
de Mérida, estoy casi seguro que entenderán. Los presentadores de
la gala de anoche hicieron algunos comentarios, dizque jocosos, sobre
ciertas expresiones coloquiales americanas, sin añurgarse en momento
alguno. Lo que hace la profesionalidad. Del discurso que leyera
nuestro Presidente, dejaré el comentario para mejor ocasión.
Yo
sé, en mi fuero interno y aunque nadie de aquella treintena de
extremeños que (cual el grupo que acompañara a Vasco, descubrieron
Texas conmigo) vaya a venir a corroborarlo, que algo tengo yo que
ver en que la presencia de Extremadura en América sea un poquito
menos mortecina de lo que estará condenada a ser (y no sólo por
aquella cena, sino por la cantidad de trabajos que he realizado en
tres de los cinco países presentes ayer en Mérida) si no se
aprovechan, por las razones que sean (que muchas conozco yo, y he
sufrido...) las ocasiones tan gloriosas como la que estoy recordando
y la de anoche, que agradezco a quien corresponda el habernos
permitido gozarla.
De
los contenidos musicales de la Gala, extraordinarios, hablaremos en
otro momento. Ahora toca llamar a rebato para que no se caiga en la
misma desidia en que cayó aquella ocasión, en la que me fue
imposible de todo punto vencer la estulticia de algunos responsables
de entonces, pese a que aposté todo por mi tierra (de la que apenas
sabía nada tras salir con siete años de la misma) y volverme a ella
para “perseguir” inútilmente a unos responsables que de tales
solamente tenían el nombre. De ahí las lágrimas de anoche hace seis meses...
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