viernes, 26 de julio de 2013

La burbuja del AVE

Otra burbuja de España...

Hay una burbuja en España de la que se habla menos que de la “burbuja inmobiliaria”, que también tiene que ver con la construcción, pero a niveles más sofisticados y opacos, que pudiera haber estallado ayer. Esa burbuja se llama AVE. Ya he mencionado otras veces que, desde mi punto de vista, la historia del AVE en España es la propia historia de la corrupción y de muchos despropósitos desde que se iniciara la transición y se “consolidara” nuestro sistema con la entrada en la UE. El proyecto “AVE” ha sido como un pozo negro donde se han enterrado miles de millones de euros que han beneficiado principalmente a los constructores de los equipos (empresas alemanas y francesas, sobre todo) y a un sinnúmero de políticos y contratistas nacionales, de alto copete, que se han embolsado cantidades millonarias en contratas y otras comisiones, a lo largo de la cadena de despropósitos del megaproyecto que hubiera debido ser el AVE, y más allá, la red ferroviaria del futuro que España sigue necesitando, ya que la existente nunca cubrió las necesidades del país.

De hecho, en el AVE (vale decir en ADIF o en RENFE) no hay una sola línea que responda a un plan coherente de desarrollo de infraestructuras de interés nacional, por la sencilla razón de que no hay un modelo de España aceptado por todos,  sino una multitud de proyectos clientelares que no tienen en la mayor parte de los casos ni pies ni cabeza. Cada Presidente ha llevado el AVE a su pueblo y el último es Rajoy...

Empezando por el Madrid-Sevilla (sin otras conexiones con Europa, que treinta años después aún no se completan) hasta locuras como hacerlo pasar por DEBAJO de la Sagrada Familia, en Barcelona, o el negarse a última hora y con trampas en el Congreso, a hacer un eje estratégico europeo (el Eje 16) vertebrador de varias regiones portuguesas, españolas y francesas con déficit notables, para proponer en cambio una línea sobre un territorio, la costa mediterránea española, ya esquilmado por la especulación y mucho mas inestable desde muchos puntos de vista.
No se pueden olvidar los diseños de accesos a ciudades tan absolutamente demenciales como el previsto (que nunca se hará, por otras razones) en Mérida, con un ramal carísimo para traer la estación a la Plaza de España (Todo el trazado del AVE-Zeta en Extremadura es una locura política que no se sostiene por ningún criterio: Unir Lisboa y Madrid, en alta velocidad, no puede convertirse en una pseudo-red de cercanías extremeña, que SI debiera hacerse, en cambio, pero con otras prestaciones).

Todo ello ha convertido el AVE en una rebatiña política en la que se le ha vendido a la población un señuelo de modernidad que no necesitaba en modo alguno. El horrible accidente de Santiago de Compostela, la ciudad natal de Rajoy y de “interés electoral estratégico” para los dos partidos “de gobierno”, en un tramo inaugurado hace dos años, y cuyo trazado me temo que se corresponde con criterios similares a los manejados en Mérida (No es de recibo meter dos curvas cerradísimas para poder llevar el AVE - o similar, ya se saben los juegos semánticos al respecto - al centro de una ciudad complicada) pudiera ser el fin de una burbuja. La peor burbuja que haya tenido España en estos años.

El AVE y todo lo que le rodea está en la base de la degradación del sistema político español y del hecho de que ese sistema se haya puesto a disposición de los intereses de las grandes corporaciones industriales y financieras que lo controlan. La democracia es la que ha perdido y el pueblo español tiene que llorar las decisiones inapropiadas de sus dirigentes, que se han movido por sus intereses particulares y no por el bien general.
Un problema de Estado es la red ferroviaria, pero en España es al revés: la red ferroviaria ha puesto de manifiesto que nuestro problema es el Estado. Hay que cambiar a los responsables de tanto desmán.

Andrés Holgado Maestre, en Mérida, a 26 de Julio de 2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario es bienvenido y se corresponderá apropiadamente. Gracias.