viernes, 7 de septiembre de 2012

¡Qué tendrán estas piedras de mi Mérida...!



Esta tarde pesada de Septiembre, cuando el verano agoniza y el otoño amenaza con una lluvia de hojas necesaria, me ha venido a visitar alguna musa. Se conoce que leí mucho a Quevedo esta mañana y me ha entrado una vena literaria que bien pudiera hacerme perder algún amigo... 

Pero yo quiero dedicar esto que he escrito, porque a alguna persona algo le diga, y acaso una sonrisa arranque, porque ya hice llorar a alguien, y yo mismo derramé, más de una lágrima por ellas. No está dedicado a una sóla persona, para mi fortuna...
 

                                                        

Para el amor, en sus distintas caras...

He seguido caminando, como ciego,
desde que perdí tu luz, tan pura,
sin conseguir hallar nunca el sosiego,
teniendo por compañera a la amargura.
@Andrés Holgado Maestre 
Podrá el tiempo correr su espeso velo.
Podrá la vida arrastrarme sin cordura.
Pero no conseguirán que mi desvelo 
se convierta de nuevo en la negrura.

En las dulces tinieblas de mis sueños
donde habitan mis deseos más profundos
El lugar que tu abriste, y que dejaste.

El lugar del que yo pensaba ser el dueño
y que, sólo, se tornó en lago infecundo
Donde Ataecina regresó, para ocultarse.

Andrés Holgado, en Mérida y Septiembre de 2012... pero muchos otros sitios y momentos son los que se recogen en estas palabras, que mi mano ha colocado sin que apenas yo mismo sea consciente.
Gracias, amor, por ayudarme a ver belleza en estos páramos... 
 

1 comentario:

  1. ... lago infecundo. Debe corregirse, por error y por sentido. Lo prefiero.

    ResponderEliminar

Su comentario es bienvenido y se corresponderá apropiadamente. Gracias.