lunes, 6 de agosto de 2012

Piedras pasadas y presentes.

Piedras pasadas y presentes.

Hacia Semana Santa tuve un fin de semana raro en el que he tuve ocasión de cantar en dos espacios muy distintos y piezas bien diferentes pero que comparten algunas notas comunes que trataré de explicar. Y no es que sean comparables las ocasiones, ni por la importancia ni por los medios u objetivos que se persiguieran, puesto que la primera fue una misa celebrada en unas ruinas de una basílica en medio de ninguna parte, con caminos de tierra para acceder, a seis kilómetros de Mérida y dónde se reunieron no menos de 200 personas para asistir a un acto litúrgico y cultural a la vez, ya que era una misa oficiada por el D. Jesús Sánchez Adalid, sacerdote y escritor, y que se acompañaba con buena parte de la Misa Mozárabe de Santa Eulalia, con cantos  de hace más de mil años, interpretados por la Capilla Gregoriana de la asociación Ubi Sunt?, de la que me honro en formar parte.

La misa, celebrada a la intemperie, ante una mayoría de personas que se habían desplazado a pie desde Mérida, con un viento muy fuerte que el sacerdote recordó que solía asociarse con el Espíritu Santo, y con un sol que calentaba el ambiente a pesar de todo, suponía una cierta recuperación o ampliación del concepto de ciudad monumental que Mérida ya posee y de la importancia política y religiosa del Obispado en el Siglo VII, cuando se produce la primera unificación de Hispania, en el Concilio de Toledo y bajo la influencia del Obispo Masona. El pasado glorioso de Extremadura estaba presente en esos altozanos. O al menos, yo creía verlo...
Porque no dejo de tener en cuenta que esos peligros de insolación que trae la exposición durante cierto tiempo a esos rayos del astro padre no dejan de tener su papel en las visiones de muchas personas que se han visto afectadas. Por algo todas las grandes religiones han surgido en zonas de alta insolación...
El segundo acto también se ha celebrado en un recinto destinado originalmente al culto, aunque ahora esté desacralizado y ofrezca unos espacios góticos de extraordinaria belleza que sirven para mejorar y hacer incomparable la vida cultural de Cáceres. El acto en esta ocasión era de naturaleza política y había no menos de 1000 personas venidas de toda Extremadura y otras partes, para el Congreso regional del PSOE. La antigua nave central del Templo de San Francisco, con sus nervaturas góticas de granito, su coro y ese aspecto imponente que mantiene acogía el acto final de ese Congreso al que me invitaron.
Y he cantado también (algo que no estaba en mis planes) cuando al final del Congreso se ha cantado por buena parte de los asistentes parte del himno de la II Internacional, lo que he hecho de mil amores y acaso con más fuerza que los cánticos de la mañana, que requerían la moderación y el acompasamiento con los otros miembros de la Capilla, en busca de una concertación necesaria para la buena marcha de la liturgia, y porque contamos con un Director que nos modera, lo que no era el caso en San Francisco.
De modo que he participado en ritos y cantos del pasado en el mismo día y en la misma tierra, en dos recintos de raíces religiosas y con dos colectivos que intentan en ambos casos que se mantengan y reverdezcan sus creencias y que estas les iluminen en las nuevas y procelosas andaduras en las que estamos inmersos, tanto en el plano moral como político y social.
En ambos casos se ha hablado de lo mismo, de pasados gloriosos, de esperanzas latentes, de futuros inciertos. Tratando de recuperar el pasado y acaso intentando construir un futuro...
Piedras entrecruzadas en esta gran Extremadura, tan grande que admite la coexistencia en el mismo tiempo de experiencias espirituales y colectivas tan diversas... Las parroquias urbanas de Cáceres, la mayoría tan modernas ellas en sus estilos constructivos estaban también hasta arriba de gente como he podido observar en mi trayecto entre dos pasados, el de la románica Casa Herrera y el gótico San Francisco. Con estas insolaciones yo ya no sé dónde está el futuro... o si no estaremos repitiendo cíclicamente el  pasado en ambos casos: los cristianos con mentalidad de clandestinidad y resistencia frente al Islam dominante (en el siglo VIII) y los partidos obreros resistiendo al Capital casi desde las mismas posiciones del conflicto social del XIX. Los cristianos a la intemperie y los socialistas al amparo de los viejos muros de una iglesia amortizada. 
Construir un futuro sin esos fantasmas no va a ser fácil. La próxima vez me pondré una gorra que me evite estas insolaciones...
Vale.

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