Un fractal me regala Victoria, y en mi vida me he visto en tal aprieto...

En
el diseño se encuentra una visión Victoriosa (1)que
abre ventanas al mundo de la perfección conceptual que sólo la
matemática permite. Sólo los números y los números solos pueden
dar cuenta de tanta belleza como el universo alcanza.
En
el grabado se funde una personalidad que agoniza entre dos pastores:
Francisco Elchico, entre las gredas de su Risco y sus cabras
indómitas, y Chacho-Chacho, (también repetitivo el tío, como como
las pulsaciones de un corazón sin freno) el pastor Masai que tiñe
de gris oscurísimo hasta sus cebras...
Muchos
otros personajes veo yo ahí... La Espada afilada, la rosa púrpura
de Zafra, la Titania desprendida de sus cielos, las reinas de Las
Vegas que no juegan al azar, las ninfas temblorosas que una vez
vivieron en Proserpina, las dehesas mágicas de la Serena, las
sabanas, con una tilde escondida, dentro de un romance sefardí...
Y
2300 coralistas en un cerro con 2300 años de historia, y extremeñas
que nacen donde quieren y españoles que quieren escaparse de estas
tierras y sueñan con América en cada pueblo. Y unos hijos en
diáspora centrada, con Extremadura en su propio centro.
Extremadura
en el alma, la naturaleza en el corazón, el número y el orden en el
cerebro. Sueños de Libertades siempre esquivas o gacelas que luchan
por su vida. Y la diosa Ataecina sobre todos esos sueños, encadenada
en un laberinto sin tiempo.
Y
todo en marcha... hacia un futuro de progresión sin límites, porque
el infinito existe. En una vorágine de escape organizada en un caos
aparente pero cuerdo... en cuerdas que se extienden por el espacio,
en un océano de infinitas palabras.
Gracias
a todos los que sin querer me ayudáis a forjar mis sueños. A mi
maestro en los números, Robert, sin el que nunca hubiera entendido
su belleza. Gracias, Victoria, por plasmar todos los sueños en esta
joya.
Vale.
1Victoria
Postigo es la artista creadora del milagro.
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